¿Ha escuchado usted alguna vez la
frase de más arriba? Se convirtió en recurrente en una ya vieja (y malísima)
serie de televisión española.
Cierto es que para el resfriado
común hidratarse viene muy bien para ir fluidificando los mocos. Y el
paracetamol es la panacea de nuestra era contra la fiebre. Conocerá usted como
madre el incombustible Apiretal, la versión para críos del paracetamol que nos
comemos como lacasitos los adultos. Con ello habrá usted controlado la fiebre
de su pequeño más de una o dos veces. ¿Pero qué haría usted si su médico le
dijera que “deje pasar la fiebre al niño”? ¿Qué haría usted si su médico le
explicara que es un proceso “natural” mediante el cual el cuerpo está
combatiendo la enfermedad? Pues bien, le diré lo que yo haría. Denunciar a ese
“médico” ante todas las autoridades competentes. Y con denunciar quiero decir
darle dos hostias, ya que le va a salir a usted más rentable debido al
contubernio de las instituciones, porque es muy probable que alguien que diga
eso se autoproclame como homeópata. Lo que significa que
deberían quitarle la carrera de medicina ipso facto ya que eso implicaría o bien
que ha olvidado los conocimientos más básicos de la química, o que pretende
venderle agua a precio de oro sin importarle poner la vida de su hijo en juego.
En ambos casos son un peligro y la homeopatía es el MAL.
¿Qué es la homeopatía? No está usted en la
obligación de saber nada de química. Así
que vamos a hacerlo fácil. Coja usted, señora mía, una botella de cocacola. Y
de ella saque una cucharada sopera. Vacíe usted esa cucharada en una botella de
dos litros de agua y agítela bien una vez hecho. ¿Ya? Bien. Coja usted una
cucharada sopera de esa botella y vierta su contenido en otra botella de agua
de dos litros. Agítela bien. ¿Ya? Bien. Coja usted una cucharada sopera de esa
última botella de agua y viértala en otra botella de dos litros de agua… ¿ha
pillado ya de que va todo esto? Repita usted este proceso unas 30 veces.
Imagine el aspecto, color y sabor de la última botella de dos litros. Pues eso
es cocacola homeopática. La cual le costará más cara que la cocacola original,
no tendrá el sabor de la cocacola, no parecerá cocacola… de hecho será agua.
Pero oiga, es cocacola natural.
¿Le parece todo esto una
exageración? Pues simplificando, en la homeopatía hay preparados que repiten
este proceso 200 veces y no con una cuchara sopera si no con una gota del
producto que sea. Se puede usted imaginar lo cara que le está saliendo la
pastilla de agua y lo eficaz que va a ser para bajarle esa fiebre tan “natural”
que tiene su hijo.
“¡Pues a mí me funciona!” Claro, porque la mayoría de los procesos
patológicos que sufren nuestros hijos son por suerte tan banales como los
resfriados que padecemos usted y yo cómo adultos. Pero si su pequeño tiene algo
de mala suerte, tras cuatro o cinco días de agónica y “natural” fiebre (que no
baja por culpa del “remedio” homeopático que le han mandado, pero usted está
tranquila porque le han dicho que eso es “natural”) acabará usted en urgencias
del hospital más cercano con su hijo en muy mal estado debido a una fiebre tan
alta que hará dudar al pediatra que lo atienda entre si debe o no llamar a los
servicios sociales.
Así que a partir de aquí, usted
misma. Si sigue interesada en usar “remedios” homeopáticos, tengo un refresco
de cola natural y a muy buen precio que puede interesarle.
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